Capítulo 3: ¿Bruja o Santa?

Parte 1:
Seis figuras tremendamente diferentes se reunieron ante las llamas parpadeantes de la hoguera.
Eran un caído, una bruja, un niño pequeño, una santa con su sirvienta y… un sacerdote.
Su destino era la gran ciudad portuaria de la Republica de Cleión, Edeabelna. Con el estado crítico del hijo del señor feudal, la Santa dijo que quería llegar tan pronto como le fuese posible para poder ayudar. Sin embargo, no había nada común en una caminata nocturna por el bosque. Por ejemplo, tendríamos que caminar a oscuras sin poder ver por donde el camino estaba en mal estado, o donde estaba el camino. Al final, habría muchas dificultades imprevistas.
Aun peor, la Santa y su acompañante no tuvieron ni un descanso desde el ataque de lo banidos. La Santa y su sirvienta, incluso el sacerdote, claramente necesitaban descansar.
—Partiremos al alba. Descansemos hasta entonces.
Todavía quedaba tiempo hasta que amaneciese, e incluso si llegábamos temprano, no habría carruajes que salieran del pueblo hasta la madrugada.
La Santa y el sacerdote se opusieron a mi decisión durante un momento, hasta que la sirvienta proclamo con serenidad que "necesitamos reponer fuerzas". La Santa desistió y el padre instantáneamente le siguió el juego.
Así que al final los seis acabamos acampando como una gran familia.
Era impensable que ambos, un caído y una bruja, viajasen junto a un miembro de la iglesia… Le eche a Zero una mirada que decía por si misma "absolutamente que ni se te ocurra revelar que eres una bruja", pero no sabía si ella lo había entendido o no, ya que mantuvo una conducta tranquila como siempre.
Por el contrario, ella se hizo pasar por una chica ignorante y le hizo muchas preguntas al sacerdote mientras defendía las enseñanzas de la Iglesia. El sacerdote tampoco estaba para nada disgustado por la curiosidad de Zero y ni siquiera fruncía el ceño cuando Zero hacía preguntas críticas sobre la Iglesia.
Pese a considerar que eran una bruja y un clérigo… ambos eran apuestos y elegantes. Verlos a los dos juntos no me daba un buen presentimiento.
Deje la situación en las manos del sacerdote y trepé a un árbol a cierta distancia para vigilar posibles ataques de perros salvajes o un nuevo grupo de bandidos.
Me quedé tumbado, con los pies y la cola colgando, realmente no estaba vigilando… pero aún podía detectar fácilmente a cualquiera que se acercara.
Escuchando las lejanas voces del debate de Zero y el sacerdote, y la apacible charla entre Theo y la Santa, saque un cuchillo y empecé a cortarme las garras que me habían crecido demasiado. No me las podía dejar demasiado puntiagudas, ya que me rasgarían la bolsa y la ropa, así que dejar la punta redondeada era la mejor opción.
Estaba empezando a trabajar en mi novena garra cuando las voces se detuvieron y el fuego se apagó.
Todo finalmente se quedó tranquilo. Terminé con mi decima garra y guardé el cuchillo.
Mientras lo hacía, escuche unos tímidos pasos sobre la húmeda hierba muerta acercándose.
Entonces, olí una fragancia a flores.
—…Si te diriges al servicio ve a otra parte. Hay gente aquí.
Al menos debía de hacer que notase mi presencia. Aunque yo estuviese aquí primero, sería malo que pensase que estaba tratando de espiar. Más importante, ese sacerdote se volvería loco y trataría de matarme en el acto.
Sorprendida por mi presencia, la Santa buscó la fuente de mi voz.
—Aquí arriba.
La Santa arqueó su cuello tan atrás como pudo y me vio tumbado en una rama encima de ella.
—Señor Mercenario. Gracias a Dios… estaba aquí. –Rió la Santa
Ya la corregí y le dije que mi nombre no era 'Mercenario', pero como no había nada más con lo que pudiese referirme a mí, ella se aferró a llamarme de esa forma. Mientras Zero siguiese planeando convertirme en su sirviente, mi nombre permanecería como un tabú.
—Le estaba buscando. Desapareció tan repentinamente que… ¿Todos los caídos duermen en los árboles?
—Estoy vigilando. Es lo que un guardián debe hacer.
—Ah. –Murmuró la Santa. Su voz era débil. Por un breve momento hubo una pausa como si estuviésemos buscando algo de lo que hablar.
Parecía que había algo que quería decir, pero ella no podía reunir el valor para decirlo.
—Um… sobre el incidente con el Padre, lo lamento.
— ¿…Qué?
—Él no es una mala persona… es una persona honesta, y también amable. Por eso estaba sorprendida… por cómo os dijo cosas tan horribles...
— ¿Por qué te estas disculpando? Fue él quien me trato como a un animal salvaje. Me imagino que eres diferente.
—Pero… –Balbuceó la joven dama.
—Para empezar realmente no me importa. Realmente soy un animal salvaje, y un monstruo. Ahora tampoco estoy enojado. Especialmente no con el sacerdote.
— ¡De ningún modo…! Un monstruo… yo nunca…
 Me burlé. Cuando llegó el momento, incluso el llamado corazón amable de la Santa era frío después de todo.
Me levanté y salté de la rama.
La Santa se agachó y soltó un pequeño gritito.
— ¿Ibas a decir que no crees que los caídos son monstruos? Bueno bueno… ¿Cuán inocente puedes llegar a sonar?
Avancé un paso. La Santa me miró con miedo en los ojos.
—Ese es el motivo, señorita Santa, por el que has sido bendecida hasta hoy. Has sido lo suficientemente afortunada de nunca haber sido atacada por un caído.
— ¿Señor Mercenario? Yo… ¿Fue algo de lo que dije…? Lo siento mucho, no era mi intención… no quería hacerle enojar…
—No estoy enfadado, simplemente soy así. Puedes presumir de tu buena naturaleza todo lo que quieras, pero soy un mercenario, un asesino. No quiero ser arrastrado a la fantasía de pretender ser una "buena persona". No los estoy protegiendo a todos por alguna clase de bondad de mi parte. Estoy únicamente interesado en recibir mi salario. Si lo entiendes date prisa en volver con su padre, señorita Santa. Y otra cosa… nunca jamás piense en acercarse a un caído a solas en medio de la noche sin nadie más alrededor, otra vez. No es una broma… te devorarán[1] viva.
La Santa me miró con los ojos totalmente abiertos, sin apartar la mirada.
Como su pelo, sus ojos estaban teñidos con la luz escarlata de pétalos de flores. Aunque sus ojos siempre vacilaban ansiosamente, no había emoción en ellos.
—Hey, ¿siquiera me has prestado atención?
De golpe su expresión se convirtió en una amplia sonrisa.
…Se está riendo. En esta situación.
— ¡¿Q-Qué es tan gracioso?!
—Lo siento… es solo que alguien que conozco me dijo exactamente lo mismo que tú.
— ¿Alguien que conoces?
Sus hombros se sacudían mientras soltaba una risa aguda, la Santa se colocó su pelo escarlata detrás de las orejas.
Cuando deshizo su triple trenza, su pelo ondulado se enrolló suavemente sobre sus dedos.
—"No te acerque a un caído a solas"… dices eso para asegurarte de que no me ponga en peligro, ¿cierto? Aunque eso te haga ver como el villano...
— ¡Para, idiota! Pareceré una buena persona si dices eso de mí, ¡¿no crees?! ¡Eso se vería mal!
Mientras grito en pánico, la Santa deja su risita y empieza a soltar carcajadas.
Sentí que sufrí una completa derrota.
Mi cola y mis orejas se cayeron por el agotamiento mental, y me tapé la cara con las manos. Ya sea Zero o la Santa, siempre termino haciendo lo que una mujer desea. Incluso Albus, con lo mocosa que es, parece tenerme por la nariz.
— ¿…Te… preocupas por mí?
— ¡! ¡Como dije! ¡Si te caes, entonces solo habrá más molestias para mí...!
De nuevo, la Santa estallo entre carcajadas. Al darme cuenta de que me estaban tomando el pelo, me alejé de la Santa.
No iba a gastar más tiempo pensando en ella.
Hundí mis garras en el tronco del árbol, cargando mi peso sobre ellas.
—…Uh…
— ¿Qué?
—…Zero me preguntó… que donde aprendí a realizar milagros.
Mire de reojo por encima de mi hombro a la Santa.
— ¿Por qué ella… piensa que lo aprendí en alguna parte…?
Abrí la boca y sin decir nada la volví a cerrar. Había movimiento en el campamento. La voz de un hombre diciendo "mi señora" una y otra vez.
—…Parece que el padre se despertó. Te está buscando.
No darse cuenta hasta ahora de que su objetivo se había deslizado de la cama lo convertía en un sacerdote estúpido.
—…Mi nombre es Faeria. Por favor, llámeme Ria. No 'Santa'…
Si él atrapa a un caído llamando tranquilamente a un Santo por un sobrenombre, el padre se volvería loco.
—Ah. –La santa refunfuñó, y se cubrió la cara.
—Tiene razón… Le volvería a causar problemas… lo siento… yo…
Resoplé.
¿Por qué me siento tan culpable...? Maldita sea.
—Solo ve… Ria. El padre se va a convertir en un tornado de gritos.
El rostro de la Sant… no, de Ria, se volvió alegre de nuevo. —Buenas noches. –Dijo felizmente y rápidamente volvió. Una vez más, suspiré y me quedé mirando la luna.
¿…Qué fue todo eso de ahora? Casi era como si…
—Parece que te llevas bastante bien con la Santa, ¿no es así, Mercenario?
Una voz vino desde la rama que tenía en frente. Di un bote sobre mi rama.
Revisando la zona, encontré a Zero en la parte de la rama envuelta en la oscuridad, y mis ojos se abrieron de par en par.
No tenía la capucha puesta, con su rostro completamente expuesto. Me apresuré en apartar la mirada, ya que la leve luz de la luna resaltaba la belleza de su rostro.
Mi cordura no duraría si mirase su cara ni siquiera diez segundos. Su encanto era como un arma mortal.
— ¿Cuánto rato llevas ahí…?
—Vi a la Santa despertarse y vine a ver que estaba tramando. Luego los encontré a los dos juntos coqueteando.
— ¿Qué te hizo pensar que estábamos coqueteando…?
Por el contrario, pensé que Zero había estado flirteando con el sacerdote, así que no fue gran cosa de todos modos.
—La Santa te dijo que la llamases "Ria", ¿o me equivoco? Theo me dijo que en la República de Cleión los apodos son una muestra de amistad.
— ¿A-Amistad? –Grazné.
—La Santa te lo pidió y tú la correspondiste. Como "Mercenario" no es tu verdadero nombre, también se le podría considerar como un apodo. Te has hecho amiga de la Santa… ahora no eres únicamente amigo de los tuyos.
—Para. No es en absoluto apropiado que la Santa y yo seamos amigos.
—Sin embargo… no parece que ella piense lo mismo… –Zero murmuró en un tono apático muy distinto al de costumbre, demasiado silencioso incluso para un monólogo.
—Hey… ¿Estás bien? ¿Hay algo que me quieras decir?
—Tú… –Ella iba a decir algo, pero luego su comportamiento cambió de repente mientras cerraba la boca.
—...Parece que alguien le enseñó a la Santa a usar magia, ¿no es así?
Repentinamente empezó a hablar sobre nuestro trabajo.
Mientras me esforzaba por hacer frente al repentino cambio de tema, Zero cruzó la brecha entre nuestras ramas y se sentó a mi lado.
—Le pregunté a la Santa si ella había aprendido sus habilidades de alguien, pero en cambio ella me preguntó por qué pensaría que alguien le había enseñado. Por lo tanto, alguien le enseño su magia, y de una forma que no delataba que era magia lo que le estaba enseñando.
Cuando Zero se sentó, la rama crujió y se arqueó ligeramente. Una hoja marrón, que apenas se mantenía adherida a la rama de enfrente, se soltó y revoloteó hasta el suelo.
—No sé qué tipo de magia fue la que usó la Santa. Sin duda algo del Libro de la Salvaguardia, pero ella no necesitó recitar un encantamiento, ni ofrendas, ni nada parecido. No importa cuánto talente pueda tener, eso no es algo posible de lograr tan rápido simplemente aprendiendo y practicando por su cuenta.
— ¿No podría ser simplemente un milagro divino de verdad?
—También pensé en esa posibilidad… y sobre cómo los milagros podrían ocurrir en primer lugar.
— ¿Te puedes explicar?
Era gracioso que Zero, una bruja, hablase sobre cosas como milagros. Mientras me reía, Zero me ofreció un vago "probablemente".
—No es más que una teoría que pensé tras escuchar al sacerdote. Si Trece estuviera aquí seguramente me diría que no me centrase en conjeturas sin demostrar, pero…
—Se lo ruego, hónreme con sus pensamientos, oh bruja del Lúgubre Luto.
—Me atrevería a decir, que los milagros y la magia son fundamentalmente lo mismo.
—Esa… es una teoría que realmente nos podría meter en problemas si llegase a oídos del sacerdote.
—La magia es el arte de ofrecer sacrificios a los demonios, y a través de ellos, usar palabras clave para alterar la realidad. Pero con práctica, es suficiente simplemente recitar el encantamiento mentalmente. Hay muchos conjuros que requieren de sacrificios especiales para poder realizarlos, pero también hay muchos que solo necesitan usar poder mágico. Nosotras las brujas pensamos que la diosa, a la que la iglesia venera, es también un tipo de demonio.
Demonios y conjuros.
Dioses y plegarias.
Las palabras son claramente diferentes, pero están estructuradas de la misma manera.
Por lo tanto, los milagros son, en otras palabras, éxitos coincidentes en el aprovechamiento mágico de su dios para remodelar la realidad, o eso creo yo. Entonces, sin duda existe la posibilidad de que los milagros de la Santa no se encuentren entre las magias escritas en el Libro de Zero… quiero decir, que había escritas[2].
Sin embargo, la respuesta de Ria de "¿por qué pensarías que alguien me enseñó a realizar milagros?" había eliminado esa posibilidad.
Ria, con certeza, había aprendido a usar la magia.
Pasaron diez años desde que Trece tomó el Libro de Zero de su creadora, Zero, y viajo por el reino de Wenias. Y en promedio, toma aproximadamente cinco años aprender magia.
Contando hacia atrás desde cuando Ria había aprendido magia, eso significaba que hace cinco años alguien trajo la magia a la República de Cleión y se la enseño.
—Pero… ese es un cálculo muy apurado. Incluso si alguien con talento lo entendiera rápido, ¿podrían realmente lograrlo en cinco años, y al instante enseñárselo a alguien más?
—Es bastante improbable… pero no imposible. Una bruja ya famosa podría aprender magia rápidamente, y, si se concentra, podría enseñar a un alumno en un corto período de tiempo. Eso significa que ya hay quienes sobresalen en la magia en esta nación.
Los mismos 'quienes' le enseñó magia a Ria.
Necesitaríamos encontrarlos si todavía siguen en la República de Cleión. Podrían tener una réplica del grimorio con ellos, y si no, aún podrían tener cierta información valiosa.
Pero había algo que me molestaba.
—…Hey señorita bruja. Ria y quien le enseño… no han causado ningún problema ¿no?
— ¿Problema?
—Ria solo está usando su magia para curar a las personas, entonces la persona que le enseñó magia tampoco puede ser mala, ¿verdad? ¿No podemos simplemente dejar las cosas como están? ¿No es así como siempre has querido que fuese utilizada la magia, para ayudar a la gente?


1.- Hermit: Los ingleses no parecen haberle dado esta connotación, pero posiblemente no se refiera exclusivamente a que se la comerán, sino también a algo sexual.
2.-Recordemos que entre las posibilidades de la expansión de la magia de Zero por el mundo, estaba la posibilidad que alguien la estudiase y según sus conocimientos la modificase. Hermit: No está muy claro pero creo que se refiere a eso :v

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